El Hospital al cuál
vamos a intervenir todos los sábados es público, eso quiere decir que
cualquier persona puede entrar, y eso significa que nos encontramos con
un gran abanico de tipos de personas que esperan ser atendidas, de todos
los niveles socioeconómicos y étnicos, de todos los rincones de la
Provincia y hasta incluso de países limítrofes como Bolivia y Chile.
Para facilitar la
comprensión de esta sección, y sobre todo para evitar una interpretación
discriminadora, voy a diferenciar tres tipos de personas: Los que saben
a que nos dedicamos, a los que voy a llamar Clown Friendly; los que no
saben pero quieren saber, los que yo llamo Wannabe; y los que no saben
ni quieren aprender o de por sí no los caemos bien o con quienes no se
puede razonar, los Haters o Irrazonables.
Empecemos con los CF o Clown Friendly.
Son esas personas que
vieron la película de Patch Adams o saben a qué se dedica el payaso de
hospital, o que sin saber lo ayuda y hasta respeta su labor. Son
nuestros mejores amigos y hasta muchas veces nos ayudan a que la
intervención sea más dinámica y divertida para todos, realmente
agradecemos a las personas así.
Gracias a Dios hay más
personas de este tipo que de los Haters en el hospital, principalmente
porque saben a que vamos y cuando ven a su hijo reír y olvidarse de su
dolor ellos también lo disfrutan. Ríen con nosotros, jugan con nosotros,
proponen juegos, bailan, cantan, esos sí son padres de verdad.
Muchos padres le tienen
miedo a los payasos (¡maldito It!) y no quieren que entremos, pero su
hijo se desespera porque lo hagamos, y el paciente es quien nos importa.
Algunos padres no nos miran, otros salen de la habitación y se quedan
controlando a su hijito desde la puerta (cosa que me parece muy bien).
Pero lentamente se acostumbran a nosotros y van perdiendo el miedo, ¡no
se preocupen, no mordemos!
He tenido muchas
intervenciones en estos dos años que ya llevo de voluntariado activo, y
cerca del 70% de ellas fueron con gente amigable, incluyo también
médicos y enfermeros.
Nótese que aquí no estoy
hablando acerca de niveles sociales ni lugares de residencia; Salta es
una provincia rica con mucha gente pobre, nuestra riqueza natural es
mucha pero no está bien empleada ni distribuída, la gente del interior
de la Provincia apenas sí tiene para comer; muchos viene del Oeste dónde
están los Andes y se dedican al pastoreo de ovejas, chivos y llamas;
otros vienen de la región del chaco salteño, en su gran mayoría
aborígenes que NUNCA estuvieron en la ciudad y es la primera vez en su
vida que ven un payaso.
Esta gente es bastante
tímida y reservada, cuesta un poco más intervenir con ellos ya que
desconocen nuestra labor y su cultura les dice que hay que desconfiar de
aquellos que no son de su misma etnia., y no hablo solamente del
"hombre blanco", ya que en el grupo somos de distintos colores y tamaños
y aún así desconfían. Aquí tenemos un problema cultural bastante grave,
he tenido la oportunidad de viajar a esas zonas junto con mi novio que
trabaja arreglando maquinaria del campo, y es palpable el rechazo que
sienten hacia, por así llamarlo, los extranjeros. Muchos dirán que es
por el tema de las tierras, los desmontes, la discriminación, pero yo he
sido testigo que se les dá desde casas con las más modernas
instalaciones sanitarias hasta computadoras e internet, más ellos las
destrozan o continúan con su estilo de vida. Sencillamente no quieren
dejar atrás sus raíces, por más que se les muestre que pueden seguir
perteneciendo a su raza étnica y vivir más dignamente, pero ellos tienen
grabado a fuego que si nacieron en un rancho con piso de tierra y con
techo de madera así tienen que morir. Son casos especiales que vemos de
vez en cuando.
Esto me lleva al siguiente grupo, que son los Wannabe o gente que no sabe lo que es un payaso hospitalario y aún así quieren saber.
Generalmente es la gente
del interior, a los que les damos curiosidad. Para que entiendan voy a
explicarles algunas de las comunidades étnicas que hay en la Provincia y
será por regiones.
En la región andina nos
encontramos con los Kollas, descendientes del imperio Inca, su lengua es
el quechua y se dedican a la crianza y arreo de ovejas, chivos y llamas
y alguna que otra actividad agrícola estacional. Gente muy alegre y
curiosa, amable y con un gran respeto por la Pachamama. Si alguna vez
tenés la oportunidad de visitar mi Salta no dejes pasar la oportunidad
de visistar Iruya, Cafayate, Cachi, San Carlos y San Antonio de los
Cobres.
En la región de la selva
tenemos a los Guaraníes, los Chané y los Tapieté. Los primeros se
extienden hasta el Sur del Brasil, los segundos son un poco más
regionales, limitándose a Bolivia y Salta, mientras que los terceros
incluyen a Paraguay. Son menos curiosos que los kollas pero con menos
recursos que estos, dado por la densidad de la selva salteña la llegada
de ayuda del gobierno es menor. Generalmente los tienen en cuenta cuando
es época de elecciones pero el resto del tiempo son olvidados.
Por últimos nos queda la
región del chaco salteño, con varios pueblos, entre ellos los Wichis,
Chorote, Tobas, Matacos, Diaguitas, entre otros. De todos los anteriores
mencionados, los pueblos de esta región son los que menos recursos
tienen y los más cerrados, en especial los Wichis.
Me ha tocado intervenir
con varios pacientes pertenecientes a esta comunidad étnica, en TODOS
sus casos el acompañante del paciente era la madre con todos sus hijos, y
son bastante difíciles y cerrados al momento de entablar una
conversación. Las razones son varias: Primero que nada, la desconfianza
que sienten hacia el criollo y el hombre blanco; aclaro que para ellos
todo aquél que NO pertenezca a su etnia es criollo, entonces acá tenemos
una barrera cultural bastante complicada de sortear, ¿cómo intervenir
con una persona que durante generaciones se le enseñó a desconfiar de
los que no son como él?
Segundo, las mujeres se
quedan en casa con los hijos, y si salen lo hacen con TODOS sus hijos,
si tiene quince hijos sale con los quince. Entonces en una habitación
dónde no pueden estar más de tres personas la encontramos sobrepoblada,
casi hacinada. El hombre, en cambio trabaja afuera de casa.
Voy a dar un ejemplo
para que se entienda mejor. Yo soy mujer y por problemas de la piel no
puedo estar al Sol, por ende soy muy blanca. Para una mujer wichi
represento un completo enigma ya que una mujer no debería salir de su
casa, tengo un color de piel del cuál ella desconfía y ¡encima visto
raro! Pero supongamos que va un compañero que es más moreno que yo, ni
aún así va a abrirse ya que no está socialmente bien visto que una mujer
hable con un hombre que no es su hijo o esposo.
Generalmente, los
aborígenes que intervenimos llegan al hospital con casos de desnutrición
moderada y severa. Lamentablemente, más que un problema del gobierno de
turno es una cuestión cultural, ya que la comida que se les brinda la
utilizan en los animales y no en sus hijos.
Es evidente el interés
que sienten hacia nosotros, solo que sus ancestros los educaron para
desconfiar de todo aquél ajeno a la etnia.
Y por último tenemos a los Haters o Irrazonables.
Son casos excepcionalísimos pero que no dejan de estar en todas las
intervenciones, al menos hay uno o dos pacientes que son así.
Son personas bastante
complicadas de intervenir, casi imposibles. Creen que vamos a
molestarlos cuando ellos siempre tienen el poder de decidir si quieren o
no que interactuemos con ellos. La práctica activa es la única
herramienta para poder detectar automáticamente quién no quiere ni que
lo miremos y quién espera por que lleguemos a su habitación.
Hay distintas maneras de
diferenciarlos, generalmente son aquellos niños que únicamente te piden
juguetes, insultan y no te dejan intervenir con el resto de los
pacientes. Me ha tocado varios, en especial adolescentes y niños en edad
de dos a cinco años; muchas veces son influenciados por los padres, no
se dan cuenta que estamos realizando una obra de corazón y que esto es
pura y exclusivamente por ellos. En cambio, disfrutan ver como sus hijos
nos patean las piernas, nos tiran de la ropa, algunos hasta escupen y
empujan; los padres se enojan con nosotros porque no tenemos juguetes
para regalar y ¡mucho cuidado si tenemos algo de nuestras herramientas
de trabajo que su hijo quiere y no se lo queremos dar!
De la educación que le
des a tus hijos depende tu inclusión en cualquiera de estos grupos. Todo
empieza por casa, recordá siempre que nosotros no vamos a pedirte nada,
al contrario vamos a dar y ofrecer.
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