miércoles, 24 de agosto de 2016

BC-Casos Especiales: Embarazadas

Esta última intervención me tocó el pabellón de embarazadas, más específicamente a mujeres que tienen complicaciones con su embarazo; fui con dos compañeras más. Era la primera vez que intervenía a una mujer embarazada, y me dí cuenta de lo difícil que es.
Las mujeres embarazadas se encuentran en un estado delicado, poseen una revolución hormonal, su cuero cambia día a día, y si a eso le sumamos el miedo palpante y latente que hay en sus rostros para con su bebé y con ellas mismas ante la presencia de un embarazo de alto riesgo, pues... La cosa se complica.
Generalmente hacemos preguntas como la edad del paciente, con quién y dónde vive, quiénes son sus mejores amigos, si hay alguna materia en especial que le guste... Pero en todos los casos son NIÑOS a quienes intervenimos. En la mujer embarazada no se puede hacer muchas preguntas, y preferimos no tocar el tema de su estado, porque no sabemos si fue un embarazo deseado o no, si su pareja la abandonó, si sus padres lo rechazan, etc. Cuanto más jóven es la futura mamá menos preguntamos, nos concentramos en otro punto de la conversación como su color favorito, la música que le pueda gustar, cantamos, bailamos; excepto, claro, que ella saque el tema.
En este sábado cuando hicimos el pase preguntamos si había alguien a quién no se podía ver, las enfermeras nos avisaron que habían dos chicas que habían perdidos a sus bebés, y que estaban muy deprimidas. Shirley, una de mis compañeras, quiso ir a hacerles la intervención, pero Lorena y yo dijimos que no. El argumento de Shirley era válido, nosotros estamos para alegrar cinco minutos ese día gris; pero Lorena y yo teníamos otro argumento: NO HAY NOMBRE EL PERDER UN HIJO.

 Esas dos mujeres tenían una vida en su seno, una personita a quién estaban esperando (sin tocar el tema del aborto pero un feto es una vida, y está científicamente demostrado) y esa esperanza se ha desvanecido; no dan abasto en su dolor y frustración, deben resignarse a lo que ocurrió y elaborar su duelo... Y de repente entraríamos nosotras, con nuestros colores y juegos... Siendo que el payaso es, culturalmente, algo para NIÑOS.  Nos van a sacar a patadas limpias de ahí. Aunque cada uno de nosotros es libre para decidir si entra o no, esta vez habló la mayoría y no se intervino a estas señoras que habían perdido a su bebe.
Debo reconocer que entré con mucho miedo, sobre todo porque se sentía la tensión en el aire, se podía percibir que esas madres estaban aterradas pues hasta su propia vida estaba en riesgo. Aunque hicimos lo mejor que pudimos y al menos a varias le sacamos una sonrisa.
Cuando una madre tiene un embarazo riesgoso lo mejor es que no se mueva para nada. Así que en cvez de juegos y bailes nosotros cantamos, bailamos, hacemos una representación, podemos también tirarle burbujitas a la panza (nosotros decimos que las burbujas son mágicas y cumplen deseos), entre muchos otros recursos. El favorito es el canto, así que cantamos canciones de cuna e infantiles, y de paso las mamis también aprenden algunas para cantarle al bebé.
Las canciones que más les gustan a las mamás son el super clásico "Arroró mi niño", "Estrellita dónde estás", "Saco una manito", canciones de amor de sus ídolos, como Luis Miguel, Diego Torres, para calmar a un niño hay muchas canciones hermosas.
Con las mujeres embarazadas hay que tener mucho cuidado y tratarlas con más amor que a los pacientes normales, pues ella vive por dos, y nuestra intervención también vale por dos.

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