Cada cierto tiempo, por
lo general una vez al año, Narices Felices abre las inscripciones para
que todo aquél que tenga la vocación y las ganas forme parte de nuestro
selecto electo de payasos hospitalarios. Hace un par de días se
graduaron los nuevos compañeros de la formación 2016.
En esta ocasión tuve la
oportunidad de formar parte del staff de formadores, quienes son los
principales oradores y capacitadores encargados de brindar a los nuevos
payasos toda la información que necesitan para poder intervenir. Hace
unos capítulos atrás había hablado de "Los Recursos del Payaso", en esta
sección trataré más en profundidad esos valiosos recursos.
Además del vestuario, el
cuál es esencial, los payasos hospitalarios necesitamos recursos de
vital importancia: La información. Durante nuestra formación, el período
de tiempo que le lleva a una persona adquirir esos conocimientos los
cuales no suelen ser más de ocho o nueve sábados, se estudian distintos
temas, los cuales son:
-Risaterapia.
-Psicología.
-Técnica de grupos.
-Resilencia.
-Teatro.
-Actuación.
-Capacidad de empatía.
-Higiene y seguridad.
Y recientemente se ha añadido la sismología y la capacitación para actuar frente a sismos e incendios en caso que ocurran durante una intervención, el cuál estuvo a mi cargo en esta formación.
Es muy grato observar
como los "pollos", como decimos en Argentina a los chicos nuevos,
empiezan con alegría y optimismo esta nueva etapa, pues la parte teórica
se acabó. Ahora viene la práctica: La "payantía", el período dónde se
implementa toda la teoría en el ámbito hospitalario.
Personalmente, observé
en esta ocación gente con muchas ganas de intervenir, pero sobretodo con
el sentimiento de ayuda al prójimo y de hacer el bien lo cuál es determinante
en el voluntariado; sin este podrás ser la reencarnación de Charles
Chaplin y hacer reír a todo el mundo pero no tendrás la voluntad de
dejar la comidad de tu hogar y brindar esa alegría.
El voluntariado del
payaso de hospital es bastante sacrificado. El horario que tenemos es
algo complicado para el salteño, ya que es justo en el horario de la
siesta de un sábado; muchas veces sacrificamos unas horitas de sueño o
una salida con la familia para ir a hacer el bien, haga frío o calor,
nieve o truene, allí vamos nosotros a dar todo sin pretener nada a
cambio. Pues eso es lo que hace al voluntariado tan especial: La gratuidad.
Nosotros no recibimos un sueldo por esto que hacemos, tampoco nos dan
para el bus o para una tacita de café, ni para nuestro vestuario o para
los instrumentos que llevamos. TODO sale de nuestro bolsillo y de
nuestro corazón.
En esta ocasión me tomé
la libertad de pedirles a los chicos nuevos que no se olviden de dos
cosas durante su voluntariado: Primero, que recuerden el motivo que los
hizo elegir a Narices Felices; y segundo, el motivo por el cuál SIGUEN
con Narices Felices. Pues uno siempre empieza con la fuerza de una
locomotora en los primeros meses, y después viene la cuesta arriba, más
cuando empiezan a llegar las primeras desilusiones al darnos cuenta del
verdadero sacrificio que implica este hermoso trabajo.
¡Estoy ansiosa por empezar a intervenir con los nuevos y nutrirme de ellos!
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