viernes, 9 de diciembre de 2016

BC: La Transformación

Todos los dias nos transformamos sin darnos cuenta; cuando las mujeres nos maquillamos frente al espejo, cuando llegamos del trabajo y dejamos de lado la corbata y el traje para pasar a ponernos ropa más cómoda y jugar con nuestros hijos, pero hay una transformación especial de la cual quiero hablarles y es la de una simple persona que trabaja y hace su vida que pasa a convertirse en el embajador de la solidaridad y la alegría.

Los payasos hospitalarios tenemos dos tipos de transformación: Una a nivel interna y otra a nivel físico.

La primera comienza durante la etapa del curso de formación, adquiriendo toda la información necesaria para empezar a ejercer este noble oficio. Y continúa a lo largo del tiempo, adquiriendo nuevos conocimientos y, más importante aún, experiencias en el hospital. Aquí se aprende la resilencia y la capacidad de empatia.

La segunda se da en cada jornada de intervención, cuando dejamos la cáscara que la sociedad ybel sistema imponen para colocarnos nuestro atuendo de payaso y empezar a jugar.

Cada payaso es único e irrepetible, su color de cabello que puede ir desde el negro hasta el blanco, su sonrisa, el tono de su voz, las habilidades que posee... Todo esto hace a su ADN de clown convirtiéndolo en un ser mágico y especial.

Tanto la preparación interna como la externa llevan su tiempo; es todo un ritual colocarse la nariz, peinar la peluca para que parezca natural, arreglar el ambo, y despertar al niño que duerme de domingos a sábados para dejarlo salir a jugar un tiempo.

Pero como hay que volver a la vida real y seguir poniéndole el pecho al país, debemos quitarnos nuestro super traje, limpiarnos el maquillaje, sacarnos la peluca y volver a ser quienes éramos. Llevándonos las alegrías y risas que cosechamos y con la marca del elástico de la nariz en nuestra cara como única pista de quien está detrás de máscara roja.

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